Soy Talia, aunque yo no lo sabía, era una molestia. Al principio todo fue bien, pero con el tiempo se fueron cansando de mi. Un buen día, sin avisar, me dejaron en un almacén. Era peligroso y me daba mucho miedo, porque los camiones no paraban de entrar y salir. No era la única, había más gatos y una buena persona nos alimentaba. Ahí nacieron mis bebes, entre ruido, suciedad, hambre y miedo. La situación no podía ser peor, hasta que enfermé. Pero a pesar de todo, no era invisible, una de las personas que trabaja allí busco ayuda. Para entonces ya solo quedaba mi pequeña  Cherry viva, con apenas dos meses. 

Ahora,  estamos en Lara, pero hemos llegado malitas. Cada día, nos tienen que medicar y echarnos gotas en los ojos. Intentamos no dar trabajo de más ni hacer ruido, pero mi chiquitina necesita jugar y conocer lo que es el amor de una familia, un refugio no es lugar para crecer.

Lo que a mi me pase, poco importa, siempre que mi cachorrita este bien y sea feliz, por eso pido sobre todo una familia para ella. Sería un sueño un hogar donde nos quieran a las dos, pero se que no es posible. Asi que, al menos, que Cherry tenga una oportunidad. 

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