Vivía con mi hermanita Pía en la calle, nos refugiabamos en pequeños escondites que encontrábamos en las naves de un polígono, pero no había ningún sitio seguro, había perros, personas que nos querían hacer daño... Sólo una chica nos daba de comer algo y estaba un poco pendiente.

Pero un día se tuvo que ir, nos dijo que intentaría volver enseguida pero que los humanos no podían salir a la calle porque había un virus que los mataba, y allí nos quedamos solas. Los días pasaban, era invierno y además del frío no teníamos nada que comer, pasaban los días y cada vez estábamos más delgadas y débiles, gracias a una persona que nos vió y se enteró de nuestra historia estamos vivas. Nos llevó a LARA y desde entonces seguimos aquí, somos tímidas, pero si te conocemos hasta nos puedes acariciar, aunque los extraños nos siguen dando mucho miedo.

Necesitamos una familia que nos de tiempo para conocerlos y poder confiar.

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